Jerusalén, Indefinido. (AFP). El asesinato del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, supone un espaldarazo para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien enfrenta grandes protestas en su país y crecientes críticas internacionales, según analistas.
Sin embargo, las autoridades israelíes insisten en que su lucha contra el movimiento proiraní libanés no ha terminado, sugiriendo incluso la posibilidad de una incursión terrestre, al tiempo que se congratulaban por la muerte de uno de los "mayores enemigos" del país.
Hezbolá confirmó el sábado que Nasralá, líder del movimiento durante más de tres décadas, murió el viernes en un bombardeo israelí en los suburbios del sur de Beirut.
Esta no fue la primera vez que Israel mata a un enemigo prominente desde el 7 de octubre, cuando un ataque del movimiento islamista palestino Hamás desató la guerra en la Franja de Gaza.
En julio, un bombardeo atribuido a Israel mató al líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán, poco después de que otro ataque israelí en Beirut acabase con la vida de Fuad Shukr, un jefe operativo de Hezbolá.
Grandes potencias, incluyendo a Estados Unidos, han advertido del riesgo de una guerra total, pero la muerte de Nasralá fortalece internamente a Netanyahu, sostuvo el analista Kobi Michael.
"Hay un amplio consenso entre la sociedad israelí a favor de finalizar el problema con Hezbolá", indicó Michael, investigador del Instituto de Estudios Nacionales de Seguridad y del centro de estudios Misgav.
"Y si eso requiere una guerra total, que sea una guerra total", agregó.
El asesinato tiene el beneficio adicional de enviar una dura advertencia a los enemigos de Israel, señaló James Dorsey, experto en Oriente Medio.
"Si eres Irán, si eres Siria, y si eres los hutíes, si eres un grupo chiita iraquí o alguno de los muchos otros grupos en Oriente Medio, vas a mirar muy de cerca tu seguridad", comentó Dorsey.
"Enemigo común"
Netanyahu ha enfrentado presiones crecientes de sus críticos en Israel, que lo acusan de no hacer lo suficiente para alcanzar un acuerdo de tregua que permita liberar a los rehenes secuestrados por los islamitas el 7 de octubre.
Sus socios de coalición de extrema derecha, de cuyo apoyo depende su continuidad en el poder, han rechazado tal acuerdo, y más bien le exigen al primer ministro que mantenga su objetivo de destruir a Hamás.
Una presión que lo llevó, el jueves, a rechazar una propuesta para instaurar un alto el fuego de 21 días con Hezbolá en Líbano, que había sido coordinada entre Israel y Estados Unidos, informó el diario izquierdista Haaretz.
Además, Netanyahu también enfrenta un aislamiento creciente en la escena internacional, como se evidenció en la Asamblea General de la ONU, donde varios gobernantes utilizaron sus discursos para condenar la ofensiva israelí en Gaza.
Pero Netanyahu restó importancia a las críticas en su discurso del viernes, alegando que la campaña militar israelí contra Hamás beneficiará incluso a quienes más la critican.
"Sí, nos estamos defendiendo, pero también los estamos defendiendo a ustedes de un enemigo común que, mediante la violencia y el terror, busca destruir nuestro modo de vida", expresó el jefe de gobierno israelí.
Un acuerdo para normalizar las relaciones con Arabia Saudita, que hace un año parecía posible, ha sido frenado al menos temporalmente por la muerte y la destrucción en Gaza.
Pero un funcionario israelí de seguridad rechazó que la guerra esté socavando las alianzas de Israel en Oriente Medio, asegurando que muchos gobernantes de la región agradecen la campaña israelí contra los grupos islamistas.
"La región está mirando la guerra (...) La miran muy, muy cuidadosamente", declaró el funcionario, quien pidió permanecer en el anonimato. "Ellos saben que ahora estamos librando su guerra".
La coronela retirada Miri Eisen, del Instituto Internacional de Antiterrorismo de la Universidad Reichman de Israel, comentó a AFP que la muerte de Nasralá debe ser celebrada por "cada persona que esté en contra del terrorismo en el mundo".
Insistió en que "esto no es solo sobre Israel y los israelíes".
Obra inconclusa
Pero, así como el ataque israelí que mató en 1992 al antecesor de Nasralá, Abas al Musawi, no eliminó la amenaza del movimiento libanés, el bombardeo del viernes tampoco significa un gran avance contra el considerable arsenal que tiene Hezbolá, admitieron funcionarios israelíes.
El movimiento proiraní "lleva un año atacándonos, y podemos asumir que continuarán atacándonos o intentándolo", dijo a periodistas el portavoz militar Nadav Shoshani, quien no descartó la posibilidad de una incursión terrestre en Líbano.
A su vez, Eisen calificó la muerte de Nasralá como un "punto de inflexión al nivel de mando", y apuntó que las operaciones terrestres podrían resultar necesarias.
"Hezbolá aún tiene muchos activos. No desaparecen por que el alto mando desaparezca", dijo, asegurando que el grupo se "organiza a largo plazo".