Opinión

La disputa contra la usura y el engaño social

A los defensores de este tipo de crimen, los encontraremos de muy buen vestir, muy bien relacionados, con nombres comunes, con bolsillos amplios que le permiten pagar publirreportajes en “medios especializados”.

Históricamente han existido los usureros. Son un tipo de ladrones que asechan a las personas en la vida y que están al aguardo de los incautos para quitarle todo. El descuido cometido puede ser una ligereza para aceptar un crédito de consumo, una emergencia de cualquier tipo -personal o familiar- y/o la ignorancia financiera.

Su estrategia es simular que quieren ayudar, mostrarse amables y aduladores y engañar a las personas incautas y colocarles dinero a tasas de interés abusivamente altas, vulgarmente elevadas. Los usureros acosan a las víctimas por medio de pegatinas en postes, mensajes al teléfono, volantes en la calle. Le dirán que tiene un préstamo aprobado, le invitarán a “cenas gratis”, pero siempre será dinero para consumo, nunca para emprender un negocio. Tan rentable es la actividad usurera que utilizan métodos psicológicos sofisticados para engañar y diseñados por especialistas.

La usura y el gota a gota, son alimañas del mismo charco. Son métodos de robo tan añejos que los códigos éticos más antiguos los condenan: el Código de Amurabi (1760 A.C), la Biblia, y más recientemente la Convención Americana de los Derechos Humanos obliga a los países a legislar en contra de la usura y la señala como una forma de esclavitud, pues la gente endeudada se pasa la vida trabajando para pagar intereses abusivos a los usureros, sin poder disfrutar su esfuerzo.

La usura tiene por treta sobreendeudar a las personas incautas para luego apropiarse de los bienes de estas por una fracción del verdadero valor. Todos los días escuchamos historias de como usureros le han arrebatado “legalmente” la casa a cientos de familias, han hecho pagar a fiadores deudas que son varias veces el valor original del crédito. El usurero siempre será un ávaro, codicioso, insaciable de lucro, buscador de ganancias fáciles y sin escrúpulos de ningún tipo.

Las sociedades desde hace milenios lo entendieron y por eso han regulado las prácticas usureras con rigor. Prácticamente no hay en el mundo un país en que la legislación no castigue penalmente la usura como una forma de crimen. Sin embargo, hay miles de amadores del dinero fácil que una y otra vez intentarán a través de la mentira, la labia politiquera, la quesque argumentación financiera, eliminar o debilitar la legislación existente contra este crimen.

A los defensores de este tipo de crimen, los encontraremos de muy buen vestir, muy bien relacionados, con nombres comunes, con bolsillos amplios que le permiten pagar publirreportajes en “medios especializados”. Son gente religiosa, que dicen que, dada la fortuna que ya tienen y la edad madura, no les interesa el lucro personal. Pero es todo lo contrario, su codicia y avaricia crece con la edad y con el monto de su fortuna. La sociedad debe defenderse de esta lacra y estar atenta a que no cambien la ley existente, pues al menor descuido se articulan como crimen organizado y ponen a los tribunales a trabajar a su favor para cobrar sus fechorías.

Las discusiones de temas financieros, como este, permiten la objetividad que dan los números y estos muestran que nunca ha habido exclusión financiera como consecuencia de ponerle tope a las tasas abusivas. Claro que lo que hubo fue una pandemia del COVID-19 en el 2020. Lo que si hubo antes de la entrada en vigencia de la ley contra la usura fueron más de un millón de manchados judicialmente por los cobros de préstamos con tasas abusivas. Esas cifras han venido bajando sustancialmente.

Trataré en un segundo artículo toda la evidencia existente sobre los beneficios que ha traído esta ley, de estudios serios y rigurosos.

No podemos bajar la guardia. No podemos, cómo sociedad echar a atrás.