Retos del sistema electoral frente a los avances tecnológicos

Indudablemente que los avances tecnológicos cada vez introducen mayores retos para quienes deben hacer funcionar los sistemas electorales. Si será solo un tema de legislación o no, y en todo caso, en qué dirección se debería legislar, es ya todo un tema.

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Mientras en Costa Rica no terminamos de dimensionar las implicaciones reales del uso irregular de las redes sociales en las campañas electorales, en Colombia se ha abierto un nuevo frente de discusión, quizá incluso más peligroso.

Las elecciones regionales del pasado domingo en aquel país pusieron sobre el tapete el impacto que puede tener la Inteligencia Artificial (IA) en estos procesos.

Entendemos que todo pasa por el nivel de honestidad y de ética de quienes acuden a este recurso para distorsionar un proceso electoral. Pero, por lo que ya vimos tan cerca como en nuestro país, está claro que, para algunos políticos y sus asesores, lo más importante es ganar. Y para ello acuden a cualquier ejercicio por cuestionable que sea.

Antes el tema se circunscribía al uso de fotografías manipuladas digitalmente. Luego, incluso se habló de videos creados con Inteligencia Artificial. Y ahora se ha puesto sobre el tapete el caso de los audios creados por la misma vía.

Y hace algunos días también veíamos como en medio de la guerra entre Israel y Hamas, en el medio oriente, varias fuentes denunciaban la circulación de videos falsos de supuestos enfrentamientos armados y bombardeos, destinados a señalar a alguna de las partes en conflicto.

Indudablemente que los avances tecnológicos cada vez introducen mayores retos para quienes deben hacer funcionar los sistemas electorales. Si será solo un tema de legislación o no, y en todo caso, en qué dirección se debería legislar, es ya todo un tema.

Y lo es porque estos recursos se pueden generar desde cualquier país, algo que dificulta los esquemas de control al tiempo que exige acciones conjuntas entre países cuyos gobiernos seguramente tendrán diferencias en torno a la forma de abordar el problema.

Además, debemos tener presente que ya hay programas de Inteligencia Artificial que se pueden conseguir a precios tan risibles como un dólar. Esto hace que sean accesibles para prácticamente toda la población.

En ese escenario, los dirigentes políticos deshonestos o poco transparentes podrían tener acceso a recursos tecnológicos claves para desatar todo un caos en cualquier proceso electoral, distorsionando finalmente los resultados.

Costa Rica ya está inmersa en la campaña para las elecciones municipales. Y una vez que se salga de ellas, se vendrá, casi inmediatamente, la campaña electoral de cara a las presidenciales y legislativas de 2026.

Pareciera, por ello, que nos estamos quedando cortos para tomar decisiones importantes dirigidas a tratar de reducir el impacto negativo que estos nuevos instrumentos puedan tener sobre las elecciones.

Insistimos: las nuevas tecnologías serán tan buenas como los seres humanos quieran. Pero, cuando aparecen los que están más interesados en manipular a las masas, en definitiva, se le habrá dado un giro inconveniente a la realidad.